Los buitres están merodeando a las Chivas y en plena crisis parecen estar llevando a cabo un juicio deportivo, moral, mercantil y hasta penal.
Escuchó voces, declaraciones y acusaciones por todas partes. Ex jugadores, ex entrenadores, ex colaboradores, aficionados y periodistas están tirando la artillería pasada sobre la administración actual del Guadalajara para aparentemente lograr algún objetivo. ¿Cuál es ese objetivo? ¿Venganza, intereses? ¿Qué es lo que, finalmente, persiguen?.
Y no se trata de defender a Jorge Vergara. El dueño del Guadalajara debe tener sus propios argumentos, razones y defensas y está claro que ha cometido, como cualquiera otro, errores de juicio en momentos delicados. De lo que se trata es de refrescarles un poco la memoria a todos los que hoy acumulan rencores y represalias, a todos aquellos que se aprovechan de la situación.
Las más preocupante de las declaraciones que hasta ahora se han acumulado y una de las que en apariencia tenía mayor validez y peso era la del ex presidente del equipo Néstor de la Torre, quien ayer, a través del periódico Reforma, afirmo que el momento actual de Chivas se parecía mucho al final de la era de Salvador Martínez Garza (Promotora Deportiva Guadalajara) asegurando que el proyecto de hoy se está derrumbando.
Néstor habló de cifras, de estadísticas, de los títulos que logró Chivas en los días de la Promotora y de los que ha logrado con Vergara. Y los números suelen ser fríos, no van más allá, no ofrecen el panorama cierto, ni se introducen realmente en la problemática de una entidad.
Puede ser que las Chivas de Martinez Garza y las de Vergara hayan logrado lo mismo en cuanto a campeonatos, y aunque entiendo que para el aficionado no existe nada que se compare con el hecho de levantar el trofeo al final del torneo, hay otras cosas que podrían ser menos simplistas y más profundas al momento de analizar una gestión.
Mala memoria. La hay, porque ya nadie se acuerda que durante los días de Martinez Garza, Chivas negoció con su enemigo deportivo más importante y que esa amistad, esa relación, ese coqueteo significó no sólo el intercambio de jugadores, sino también otros temas tan delicados como el hecho de que Chivas estuvo a nada, a un tris, a una traición, a una voluntad de pasar a formar parte del imperio futbolístico y de convertirse en nada y nada menos que en hermano del América.
No leí nada de Néstor, de Quirarte y de Guerra, no los escuché hablar acerca del papel de Alejandro Burillo, de lo que hizo y deshizo un personaje como Aurelio Martinez, hombres que estuvieron muy, pero muy cerca de lograr que Televisa comprara a las Chivas. Nadie se acuerda de eso o se acuerdan sólo de lo que les conviene acordarse.
Hablan del club, del glorioso Club Guadalajara, de los socios, de aquel grupo de "viejitos" (con todo respeto) que no sabían dónde estaban parados ni que tenían en manos. El Club Guadalajara... ¡Por favor! Yo conocí el club de Colomos. ¿Qué era Chivas? Un par de canchas de frontón, unos baños, un sauna, una cancha, la cancha Tolán, una alberca llena de hongos y una cafetería vieja: ese era el club que comandaba Marcelino Garcia Paniagua y que luego tomó el señor Cárdenas.
Ese era club que no tenía ni capacidad, ni idea, ni inteligencia para conducir a Chivas, a un equipo de casi 20 millones de seguidores, a los tiempos modernos que exigía el futbol.
Hoy todo mundo habla sobre el "cadáver" en que aparentemente se ha convertido Chivas. Todos ignoran que la nueva administración, con todo y sus pecados, con todo y los yerros de Vergara, tiene un plan en fuerzas básicas, ha producido jugadores, ha exportado otros, posee un estadio moderno y una comercialización de primer nivel y todo ello lo ha hecho Vergara en 10 años al frente del equipo.
Memoria, memoria flaca, memoria anémica, memoria fantasiosa, memoria sobre intereses, memoria en tiempo de cólera. Lo más importante cuando se habla de Chivas es tener memoria.
Columna del periodista David Faitelson, la cual pubublica este sábado en la página de www.espndeportes.com