El partido que disputaron Guadalajara y Atlante en el Estadio Omnilife, que terminó con victoria del conjunto azulgrana por 1-2, sirvió una vez más como ejemplo inobjetable de que el club rojiblanco trabaja para que el futbol mantenga su lugar como un espectáculo ciento por ciento familiar, pues en las gradas los rostros de los aficionados más pequeños acompañados por sus padres fueron una postal común.
El ambiente en la Zona Familiar, la que antiguamente ocupaba la porra del cuadro tapatía, destacó por los cientos de niños que, ataviados con sus respectivas camisetas rojiblancas y negras, se dieron cita para apoyar a sus ídolos del Rebaño Sagrado y sentir en carne propia la pasión por el equipo más popular del país.
Dos fanáticos de Chivas sentados en dicha área se encargaron de contagiar al resto de la concurrencia con el sonido de sus tambores, con los cuales incitaron a que los gritos de apoyo y aplausos no cesaran durante los 90 minutos, principalmente por parte de los infantes, quienes orgullosamente y con una gran sonrisa portaron los colores de su equipo en el rostro.
Muchos de los pequeños que observaron el encuentro entre el Guadalajara y los Potros de Hierro pertenecían a diversas escuelas de futbol alrededor del área metropolitana de la Perla de Occidente, por lo que además de observar de cerca a sus jugadores preferidos, vieron ejemplificado su sueño de ser ellos quienes en un futuro no muy lejano sean los que están en el terreno de juego.
Al minuto 26 de tiempo corrido, cuando en una jugada dentro del área Eugenio Arochi atropelló a Carlos Fierro y el árbitro Marco Antonio Rodríguez no dudó en señalar la pena máxima, los ánimos de las decenas de familias que ocupaban los asientos de dicha zona sur del Estadio Omnilife se encendieron a tope ante la posibilidad de que Chivas se fuera al frente en el marcador y Rafael Márquez Lugo propició que alcanzaran niveles de éxtasis cuando hizo válida la opción desde los once pasos.
Con el triunfo parcial, los seguidores del conjunto rojiblanco intensificaron la frecuencia de sus muestras de apoyo mediante aplausos y gritos de “¡Vamos Chivas!”, sobre todo de los niños, quienes además no desaprovecharon para expresar su asombro y gusto por el tercer uniforme del Rebaño Sagrado, sobre el cual uno de ellos incluso dijo “Ahora los dos equipos de puros mexicanos juegan del mismo color”, en alusión a la Selección Nacional.
Uno de los grupos más animados en dicha área fue el que conformó la familia Gutiérrez López, integrada por 13 elementos de cuatro distintas generaciones, quienes, según Don Roberto, el mayor de ellos, aprovechan cada oportunidad que la escuadra tapatía se presenta como local para reunirse y apoyar a sus queridas Chivas Rayadas del Guadalajara.
Aunque la oncena dirigida por Benjamín Galindo pudo ampliar su ventaja en el marcador debido a las múltiples llegadas que generó sobre la meta de Jorge Villalpando, la afición rojiblanca no dejó de apoyar a sus jugadores, pero al minuto 77, Luis Venegas se encargó de apagar por unos instantes los ánimos de la afición debido a que anotó el tanto del empate.
No obstante, los seguidores del Rebaño Sagrado ubicados en la Zona Familiar, encabezados por los más pequeños, volvieron a apoyar con todas sus fuerzas a sus jugadores, para reflejar una imborrable postal del gran ambiente familiar que se vive en las tribunas del Estadio Omnilife.
