La mejor enseñanza que el futbol, y el deporte en general, puede dejarle a quienes lo practican y viven de él es que es una alternativa de gran ayuda como complemento para la educación, crecimiento y desarrollo de los jóvenes, y un motivador para mantenerlos alejados de los malos hábitos y de las acciones que pudieran perjudicar su porvenir.
Como un buen método de aprendizaje sobre la importancia de los valores que conllevan y envuelven al mundo del balompié, entre ellos unión, lealtad, humildad, perseverancia y determinación, fue como los jugadores y el Cuerpo Técnico de Chivas le hicieron ver a los jóvenes internos del Centro Tutelar para Menores de Jalisco sobre lo que implica su profesión.
En su segundo día de labor social, el Rebaño Sagrado le regaló momentos invaluables a las decenas de muchachos que con total atención escucharon a sus ídolos rojiblancos cuando se sentaron a su lado en cada una de las mesas del salón de usos múltiples para platicar acerca de los sacrificios y esfuerzos que hicieron en su momento para lograr materializar su sueño de llegar a Primera División.
Pero la intención de la charla iba más allá, pues fue intentar mostrarles el vivo ejemplo de que siempre que uno tenga un sueño o un anhelo tiene que hacer todo lo posible y lo que esté en sus manos para conseguirlo, además de que se requiere una disciplina ejemplar para centrar la atención en cómo materializarlo.
Más allá de los autógrafos y de las camisetas que les obsequiaron, lo que importó fue el acto de motivar a los jóvenes a que luchen por un mejor porvenir, que la vida siempre otorga una segunda oportunidad y cuando esta llega hay que tomarla y exprimirla para volver al camino del cual en algún momento decidieron tomar un atajo, pero no los llevó al lugar que pensaron, esa vereda de sueños por cumplir que requiere de deseos y apoyo para nutrirse.
La presencia de los integrantes del Guadalajara en el Centro Tutelar para Menores inobjetablemente representó una inyección de aliento para los 195 internos que disfrutaron de unos instantes de alegría y sonrisas por la natural empatía que se estableció entre ambas partes, desde las charlas amenas cara a cara hasta las ‘cascaritas’ que se llevaron a cabo en el campo al interior del inmueble, una vez terminado el convivio en el salón.
El sentimiento de inclusión que provocan labores como la de este martes en los jóvenes internos es una muestra de que el ser humano tiene la capacidad de otorgarle una posibilidad de readaptación social a quienes en algún momento cometieron una falta bajo cualquier circunstancia.
En contraparte, los internos del Centro Tutelar dieron una muestra de su humildad como personas y de agradecimiento por el simple hecho de haberlos ido a visitar, pues los momentos que pudieron tener a sus ídolos muy de cerca les dejaron esa enseñanza de que siempre existe la oportunidad para hacer las cosas lo mejor posible, sólo es cuestión de creerlo y luchar por ello.
