Lejos de la típica y tradicional visita que se suele realizar cuando un equipo deportivo acude a algún centro de asistencia, en la que el protocolo es muy rígido y el ambiente común, el Guadalajara ha demostrado que la semana de labor social que emprende en este momento tiene que ser tal como los tres días han sido hasta ahora.
Calidez, cercanía, corazón, compromiso, entusiasmo, cooperación, unión y alegría son sólo algunos de los calificativos que han caracterizado las postales que enmarcaron el encuentro entre el Rebaño y los cientos de niños y jóvenes que hasta ahora han podido percatarse de la calidad humana de sus ídolos rojiblancos.
La mañana de este miércoles, el plantel y el Cuerpo Técnico se dieron cita en el Orfanatorio Magdalena Sofía con la firme intención de brindarle una satisfacción mayúscula a las pequeñas que lo habitan, pues lejos de pensar que su sola presencia les cambiaría el día, eran consientes de que ayudar a cubrir una de las tantas necesidades que requieren a diario era una responsabilidad a la que como personas y como integrantes del equipo más popular del país tenían que responder, y así fue.
Los colores que ahora lucen las paredes del patio interior y los muros exteriores del lugar no sólo iluminarán la fachada, sino el corazón de cada una de las niñas que con la visita de sus ídolos tendrán un grato recuerdo que les servirá para entender, quizá no ahora sino más adelante, que el apoyo entre los seres humanos sin importar condiciones o situaciones, pueden más que cualquier otra cuestión.
Pero además de los momentos de reflexión profunda y retroalimentación que estas acciones seguro le dejarán a los elementos del Guadalajara, el hecho de haberle provocado una sonrisa natural y espontánea a una de esas pequeñas y haber sentido la misma inocencia que caracteriza sus rostros los motiva para no sólo rendir en la cancha, sino también para poner el ejemplo de colaborar a causas de esta índole en todo momento.
Algunos de los instantes que enmarcaron la visita a dicho Orfanatorio se suscitaron cuando las pequeñas volvieron de la escuela, se encontraron con los jugadores y comenzaron a platicar, como por ejemplo con Héctor Reynoso, a quien le preguntaron que por qué estaba tan alto, o a Patricio Araujo, a quien le hicieron pedir un cuaderno para colorear, los mismos que obtuvieron las niñas como obsequio de Chivas, porque sino no podría entender el juego.
El futbol como tal debe de ir de la mano de elementos como esa misma inocencia que caracteriza a un niño para poder entender que, además de un espectáculo lúdico, es una de las miles de actividades que envuelven y aderezan la existencia del ser humano, y como tal debe de extrapolarse hasta muchos otros espacios muy lejos de la cancha, como los que precisamente el Rebaño ha trabajado estos últimos días y con el corazón por delante.
