Existen varias perspectivas para vivir un clásico. Me ha tocado estar en dos de ellos: como partidario y como militante en los medios de comunicación. En una etapa ya lejana, recuerdo un partido entre América y Chivas en el Azteca. Por primera vez en la historia –y tal vez única- las áreas estaban pintadas de blanco, en un experimento que intentaba darle mas referencia al árbitro en las faltas dudosas dentro y fuera de rectángulo. Iba con mis primos, en un lugar de la grada general –tres pesos- en la que el único extraño era quien escribe. Todos los demás, sin excepción, eran chivas por nacimiento, convicción y ejercicio de fe.
Lo último, tan importante como lo demás porque después del Campeonísimo, el título fue esquivo para el Guadalajara durante muchos años y ese era uno de ellos. Y sí. Nunca he negado que en mis épocas de fanático –lo era- el amarillo y el azul eran mis colores. Cuando el América perdía, mi salud anímica –y a veces física- sufría quebrantos. El día de las áreas blancas me cobró una factura de orgullo que recuerdo hasta la fecha. Tanto como el centro del 'Willy' Gómez y el remate del 'Centavo' Muciño y las declaraciones de José Antonio Roca antes y después del partido.
Cada quien piensa y siente distinto. Pero esa época, que se diluyó en preferencias cuando entré a trabajar a la radio a los 14 años, me hace saber cómo se siente el Clásico de uno y otro lado. O por lo menos, lo que sucedía en ese entonces. Como comentarista, uno se relaciona con gente de todos los equipos y participa regularmente en transmisiones impensadas hasta que llegan. Por ejemplo, las de 1987 en televisión nacional en las que estuve muy cercano al Guadalajara que por fin volvió a llevar un título a sus vitrinas tras una temporada estupenda y derrotando en la final al Cruz Azul.
Pese a la distancia crítica que se debe tener entre el trabajo y las emociones, he de reconocer que deseaba el triunfo rojiblanco porque lo merecía. Desde la barrera, me ha sido imposible no preferir al que juega mejor. Los años pasan, las circunstancias cambian y el Clásico persiste con fuerza gracias a sus rivalidades, afrentas, momentos históricos y promesas no escritas cada vez que se avecina.
Esta semana es diferente para los millones que vivimos en el planeta futbol porque no solamente se juega un Clásico, sino dos. El de Copa, para que uno de los dos quede fuera. El de Liga, crucial para el futuro de ambos en la competencia dado lo cerrado de la tabla de posiciones y la ventaja que algunos ya han tomado. El triunfo da ánimos, llena los pulmones. Y la derrota no solo duele. También arde como un raspón que tardará en sanar hasta que llegue el ungüento de la siguiente victoria que lave la afrenta.
Las dos aficiones mas grandes de México lo son porque tienen filosofía opuesta, porque su equipo vive en dos ciudades en muchas cosas antagónicas y excluyentes. Y porque lo sufren y gozan como ninguna otra en intensidad y en número. Con áreas blancas o verdes; en el Azteca, en el Jalisco o en el Akron. Con buen o mal momento. Con declaraciones provocativas como las de Roca o las de cajón en tiempos de tregua.
Lo que se hable en la cancha es lo que alimenta la historia y obligación de ambos, por estirpe, es colaborar en estos 180 minutos para añadir un poco mas de ese legado que nutra. Y permitir a un comentarista del futuro, a un padre de familia o a cualquier persona, recordar en cuarenta años la semana del doble Clásico que sufrió o gozó en la tribuna por lo memorable que haya sucedido en ellos. Estamos a punto de presenciar, pues, un pedazo mas de esa historia que solo los partidarios de uno y otro lado entienden cabalmente: también serán un trocito de sus vidas y sus memorias.
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Francisco Javier González es director editorial de Televisa Deportes. Con 45 años de ejercicio profesional, empezó a trabajar en la radio en 1974 (Comentando el Futbol con Jesús Domínguez). Laboró en Imevisión (luego Tv Azteca) durante 16 años y fue fundador del concepto Superdeportiva (1999), que después se transformó en Estadio W, Estadio TV y TDN. Siempre ha alternado actividades en medios impresos, radiofónicos y televisivos, y actualmente es editorialista de W Radio y columnista en el diario Reforma.