El partido más importante de la fase regular de cada temporada del Futbol Mexicano está a punto de vivir un episodio más. El Guadalajara y el América han escrito un sinfín de anécdotas durante casi 80 años de rivalidad y a continuación recordaremos una de esas historias del Clásico Nacional.
El año 1950 fue especial e importante en la historia de los clásicos, después de 17 ediciones los juegos sólo se habían efectuado en la capital del país y en Guadalajara, pero la situación cambió al trasladarse 2 duelos a Culiacán, con una particularidad, buscar ayuda para el templo que se construía a iniciativa del padre Barraza.
El primer cotejo se efectuó el sábado 27 de mayo a las 17:00 horas en el Estadio de béisbol Ángel Flores, el encuentro terminó empatado 2-2. El Rebaño jugó con Vicente González, Miguel Salcedo, Rafael Orozco, Fernando Figueroa, Juan Jasso, Humberto Zamudio, Antonio Ruiz Pizano, Enrique Esparza, Jesús Ponce, Ángel Vázquez y Felipe Martín del Campo. Por Chivas los goles fueron de Ruiz Pizano y por América lo hicieron Daniel Esquivel y Salvador Farfán.
Para el segundo partido, al día siguiente (domingo 28 de mayo), también disputado a las 17:00 horas, hubo cambios y Guadalajara presentó en la alineación titular a Jaime el ‘Tubo’ Gómez por Vicente González, Alfredo Bocanegra por Zamudio, mientras que Jesús Ponce dejó su puesto a Jesús Hernández.
En el segundo once inicial hubo 2 casos relevantes, fue el primer partido en la historia de Jaime Gómez, quien mantuvo la titularidad en el marco del Rebaño Sagrado hasta 1963 y el segundo el de Jesús Hernández, un futbolista amateur tapatío que radicaba en Sinaloa y a quien le brindaron la oportunidad de jugar dicho encuentro.
El triunfo fue para Chivas por 4-1, con anotaciones de Vázquez, Ponce, Hernández y Martín del Campo. En ambos encuentros el árbitro fue Antonio Quiñones. La historia de Jesús Hernández es digna de contar en un capítulo aparte, debut en un clásico amistoso, con gol incluido y jamás volvió a vestir la camiseta rojiblanca.
