Zutphen, Holanda.- Las luces se apagan, la atmósfera se llena de humo, el juego de luces aparece en el techo de la sala de boliche y la música retumba en los altoparlantes que se escuchan desde los costados del recinto. El ambiente que los más de 40 jugadores que se albergan en ese momento genera en el lugar, genera una atmósfera de calidez que se complementa con la presencia de los elementos de Chivas.
Llegó la hora de competir. Los zapatos de futbol han quedado en las maletas del "Terry", utilero del equipo, y el anfitrión del lugar, un empleado cuyo inglés es la única forma de comunicación que le salva de repartir correctamente los zapatos especiales para el juego, alista a los deportistas para la partida de "bolos" que posterior a la cena del equipo, llevan a cabo en el recinto ubicado dentro del hotel de concentración del Rebaño.
Y una vez comenzada la disputa por los primeros lugares, las risas y el buen ambiente aparecen acompañadas de los gritos de asombro cuando alguien logra cristalizar una "chuza"; todo es sana diversión y convivencia, pero en el fondo también hay una competencia que ninguno puede ocultar al momento de tomar la bola y lanzarla por la mesa en búsqueda de derribar la mayor cantidad de pinos posibles.
Participan la gran mayoría, incluso el estratega del equipo Paco Ramírez, toma con sutileza la pelota, se enfila hacia la mesa con la profesionalidad que pudiera mostrar un experto en la materia y tras varios intentos logra sumar algunas chuzas más a su cuenta personal ante la algarabía de sus pupilos.
Al final, luego de una ardua competencia, los ganadores son todos, pues salen convencidos de la interacción con un deporte de precisión, concentración y habilidad para manejar la bola y darle una dirección correcta, justo para derribar los pinos colocados al final de la mesa, por lo que con el simple hecho de intentar, ya se gana en la contienda.
Pero como en toda competencia debe de existir un ganador, ese fue Marco Fabián padre, porque el hijo, aún y cuando estuvo cerca de la pelea por el primer lugar, quedó por debajo de su padre. ¿cuál fue el marcador?, ¿cuántos pinos derribaron?, ¿quién consiguió la mayor cantidad de chuzas?, eso fue lo de menos, lo importante fue la convivencia, la interacción entre jugadores y el rato ameno de diversión que finiquitó un día lleno de trabajo y diversión dentro de la gira europea del Rebaño.
Michel Vázquez, en plena acción.
