Puede tratarse de la etapa de la vida que los envuelve. O quizá, es la mejor forma que encuentran para calmar sus nervios. A punto de jugarse el pase a la semifinal, de la XVI edición de la Copa Chivas 2009, los integrantes del equipo Centenario de Colima se alistan para enfrentar al equipo Canels de San Luis Potodí dentro de la categoría 2001.
Mientras sus compañeros juegan, incluso haciendo la tradicional "carretilla", bromean, cantan, se ponen los brazos al cuello mutuamente, el rostro de Emiliano García, el arquero del equipo, luce sorprendentemente tranquilo, concentrado y el bullicio de sus compañeros ni lo inmuta.
Simplemente se pasea de un lado a otro del pequeño espacio en el que se mueve. Se frota las manos cubiertas por los guantes, a duras penas sonríe ante las muecas de alguno de sus compañeros. La actitud de Emiliano no refleja en ningún aspecto sus ocho años de edad.
"mmm son los amarillos?" pregunta al compañero de junto, al ver pasar al Canels de San Luis, sus rivales de la mañana de este jueves, dentro de los Cuartos de Final de la Copa Chivas 2009, en los últimos estirones, tratando de alcanzar la semifinal.
Emiliano mantiene su mirada fija hacía algún punto. Permanece apacible. A veces, voltea a mirar los juegos de sus compañeros y sólo transpira, palmea, murmura de manera casi imperceptible: "vamos a ganar, vamos a ganar", con esa ansía de querer saltar de una vez a la cancha.
"Vamónos Emi" le gritan sus compañeros. En ese momento, el rostro del niño de ocho años se iluminó por primera vez. Se ajustó los guantes, revisó con las manos su uniforme de pies a cabeza. Estaba listo, la espera había terminado, a jugar futbol y buscar el pase a la semifinal